Ecuador es una pieza importante del proceso de integración regional. Desde la asunción del Presidente Rafael Correa en enero de 2007, Ecuador inició un ciclo de profundas transformaciones sociales, económicas y políticas. La “Revolución Ciudadana” lleva 7 años, carga consigo tantas conquistas como desafíos. Resumen del Sur dialogó con Jorge Miño, Responsable Nacional de la Juventud de Alianza País, la fuerza política de Rafael Correa. El dirigente juvenil habló de los desafío del proceso ecuatoriano y de la situación general de América Latina y el Caribe
¿Qué balance se puede hacer de estos 7 años de “Revolución ciudadana”?
Siete años son menos de un
segundo en la historia. Sin embargo, cuando miramos atrás, parecería
que aquel era otro país, signado por las injusticias, la impunidad
y el quemeimportismo como rasgo básico.
Después de la caída del muro de
Berlín, los ‘convertidos’ -que fueron muchos- miraban con desdén a los que aún
creíamos en la posibilidad del cambio y de un socialismo limpio de las manchas
del dogmatismo, más cercano a lo que sus ideólogos estimaron. Las
circunstancias fueron propicias para que, después de varios ensayos fallidos,
Rafael Correa y sus planteamientos despertaran las energías populares.
Rafael y la gran masa esperanzada
que lo seguía, porque en los enunciados del Movimiento PAIS reconoció sus
propios sueños y anhelos, conquistaron hitos fundamentales: el triunfo
presidencial, la convocatoria y amplia victoria en la aprobación de la nueva
Carta Magna; las leyes que de ella se derivaron y una febril actividad
impulsada desde el más alto nivel, para la que no había pausas ni obstáculos
que no pudieran vencerse.
Al cabo de 7 años la patria tiene
un nuevo rostro: hombres y mujeres han adquirido confianza en sus propias
fuerzas y en su país, del que ahora se sienten orgullosos. El desconocido
Ecuador que en el ámbito internacional se confundía con los de otras latitudes,
es plenamente identificado porque, a pesar de ser pequeño geográficamente, ha
dado no pocas lecciones de dignidad que le han granjeado el respeto mundial. Ya
no hay bases extranjeras en su territorio; la política exterior la dicta el
pueblo ecuatoriano.
Se renegociaron la deuda externa
y los contratos petroleros, dejando libres recursos destinados al ámbito
social, como nunca antes en la historia: educación, a todos los niveles; salud,
extensiva a toda la población; crecimiento exponencial de la atención a
discapacitados, en la que dejó para siempre su huella Lenín Moreno; impulso al
desarrollo científico a través de miles de becas a ecuatorianos que se forman
en las mejores universidades del mundo y de proyectos como Yachay, núcleo a
partir del cual se modificará la matriz productiva, a fin de que el país sea
cada vez más próspero, en el marco de lo que se llama el Buen Vivir, es decir
el armonioso desarrollo de las fuerzas productivas y de la comunidad humana que
habita su geografía.
Como expresaba Martí sobre
Bolívar, hay quienes mirando al Sol ven solo sus manchas. Felizmente los
ecuatorianos, aquí y afuera, saben que han vuelto a tener patria.
¿Cuáles son los principales objetivos a futuro?
Las compañeras y
compañeros que integramos Juventud PAIS asumimos el compromiso de trabajar
por los objetivos políticos que se exponen a continuación, siendo parte
de nuestra unidad, identidad y organización guía en la realización de
nuestras tareas políticas:
1.- CONSTRUIR
JUVENTUD PAIS.
La crisis de
representatividad de la derecha y el vacío de alternativas a los partidos
tradicionales que dominan el sistema político ecuatoriano, plantean como tarea
principal la construcción de una organización política diferente, confiable,
responsable, sujeta a principios, y con un claro compromiso social y vocación
de trabajo. Para contribuir con estos altos propósitos Juventud PAIS se
construye como un espacio militante, ciudadano de participación y compromiso
político; con carácter nacional, afincada localmente; con amplia base social y
en forma incluyente.
2.- CONSTRUIR UNA NUEVA
MAYORIA POLITICO SOCIAL
Juventud
PAIS, junto a los diversos sectores que nos identificamos en la necesidad
de profundizar el cambio que, la Revolución Ciudadana conducida por Rafael en nuestro querido País, trabaja para
construir una juventud participativa
con propuesta no solo en el ámbito de militancia política sino también en el
perfeccionamiento de las políticas públicas y la coherencia doctrinaria que
antecede nuestro pasado político.
Que, esta mayoría
político-social, se exprese electoralmente y se ponga en capacidad de disputar
los espacios políticos que a este proceso tanto nos costaron y somos nosotros
los artífices de garantizar la política como eje de transformación social. A
esos fines, Juventud PAIS asume un ejercicio de una posición política
responsable, crítica y propositiva, y al mismo tiempo, firme y sin vacilaciones
ante todo lo que atente contra el interés nacional y el bienestar de nuestro
pueblo. Las y los compañeros de Juventud
PAIS intervienen de forma permanente en los diversos escenarios
políticos y sociales y acompañan a la ciudadanía, a las comunidades y sectores
sociales en sus luchas por la defensa y ampliación de sus derechos
fundamentales con el fin de no perder nunca lo hasta hoy ganado.
Recientemente nos enteramos del retiro de Ecuador del TIAR, ¿Creen que
ese camino deberían tomar el resto de los países de la región?
El TIAR fue promovido, en 1947, por los Estados Unidos para
defender sus intereses geopolíticos en la región, en el contexto de la Guerra
Fría y de la lucha contra el comunismo.
La verdadera naturaleza política del TIAR ha quedado en evidencia a
través de algunos de los episodios más oscuros acaecidos en América Latina. El
TIAR y sus cláusulas para proteger a la región de amenazas externas, léase comunismo,
socialismo o defensa del interés nacional, guardan una relación directa con
hechos nefastos, como las intervenciones militares en Guatemala, en 1954, en
Panamá, en 1964, y en República Dominicana, en 1965, así como el aislamiento de
Cuba de los foros regionales desde 1962.
Nuestro compañero Presidente
Rafael Correa emitió el decreto el martes 5 de febrero del 2014, ratificando la
decisión adoptada el 21 de enero pasado por la Asamblea Nacional, que tildó de
"anacrónico" al pacto militar ratificado por Quito en 1950.
Para
la JPAIS pueblo ecuatoriano dio un paso decisivo hacia la emancipación ya que
el TIAR era un instrumento obsoleto al servicio de intereses hegemónicos y que
solo sirvió, repetimos, para justificar las invasiones a Guatemala, República
Dominicana y Cuba, pero no para evitar la agresión de Gran Bretaña a Argentina
en 1982.
Por lo tanto consideramos que el TIAR fue
un instrumento que respondió a un momento que ya no existe ahora. La geopolítica regional lo hace
totalmente anacrónico para el momento que vivimos. Existen otras instancias de
cooperación", como la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), que se
tienen que "privilegiar" sobre "acuerdos como el TIAR, que ya
tienen tantas décadas de funcionamiento sin resultados concretos ni beneficio
para nuestros pueblos en el balance geoestratégico. Hoy estamos privilegiando
una cooperación horizontal sur-sur y construyendo una región latinoamericana y
del Caribe basada en una cultura de paz.
¿Preocupa que Estados Unidos incremente sus bases militares en el
continente?
El Imperialismo teje
silenciosamente su red de avasallamiento, comenzando por el aplastamiento de
características culturales de los pueblos, hasta ahora independientes-
Ahora bien; es muy cierto que esto nos afecta de manera directa y por consiguiente tenemos la obligación de tomar individualmente y de manera colectiva, acciones que no sean sólo paliativos.
Ahora bien; es muy cierto que esto nos afecta de manera directa y por consiguiente tenemos la obligación de tomar individualmente y de manera colectiva, acciones que no sean sólo paliativos.
Obviamente que para desarrollar
esta cuestión, haría falta una editorial completa y extensa,
pero por qué no empezar en todo nuestro territorio a tejer de manera consciente la implementación de un sistema de comunicación en red ampliada.
pero por qué no empezar en todo nuestro territorio a tejer de manera consciente la implementación de un sistema de comunicación en red ampliada.
Este es un humilde aporte, pero
también un compromiso personal, para dar lucha contra el intento de olvidar
nuestras raíces y nuestro sistema de vida cultural.
Existe un postulado que indica
que durante las guerras de Afganistán e Irak, Estados Unidos descuidó su patrio
trasero América Latina, sin embargo hay fuertes indicios de que esta premisa no
es del todo cierta.
En primer lugar, el apoyo dado
por el Pentágono al intento de Golpe de Estado en Venezuela el 11 de abril de
2002 se realizó en plena guerra contra el Talibán y durante los preparativos de
la invasión a Irak.
En 2004, tras la creación del
ALBA (Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América), Washington
encargó la tarea de beneficiar comercial y militarmente a Brasil con un doble
propósito: competir contra el avance de China y contener la expansión de la
influencia de la Venezuela de Hugo Chávez.
También en 2004, el Pentágono
envió militares a Haití, bajo la misión de la ONU, que luego incrementó tras el
violento terremoto de comienzos de 2010 llegando a ocupar la isla con 16 mil
soldados.
Asimismo, Washington reactivó la
IV Flota en 2010, por medio de la cuál naves de guerra circunnavegarían la
región y se abastecerían en varios puertos latinoamericanos, que prestaban su
espacio.
Ese mismo año, militares de
Estados Unidos apoyaron logísticamente para que el Ejército de Colombia
bombardeara un campamento ilegal de las FARC en Ecuador, matando a Raúl Reyes,
el segundo en la cadena de mando de la guerrilla. Estos son sólo algunos
ejemplos de cómo Estados Unidos rediseñó su plan para mantener la hegemonía
militar en América Latina y el Caribe.
¿Qué análisis tienen de la situación regional? ¿Cómo ven al ALBA,
UNASUR y CELAC?
Experiencias como la Alianza
Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y
la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur),
con claras limitaciones políticas, aunque con buenos resultados, abonan el
terreno con grandes dificultades para la consolidación de una América
Latina verdaderamente soberana, independiente
y con capacidad real para tomar sus propias decisiones sin la influencia de
trasnacionales y de los grandes poderes mundiales.
La Celac, organismo
intergubernamental creado el
23 de febrero de 2010 y constituido el 3 de febrero de 2011, no pasa de ser una
sigla no se le ha sacado el provecho de ser un organismo real, con capacidad de
decisión.
El problema fundamental es hacer
funcionar los organismos que
se están creando, convertirlos en organismos funcionales y que puedan ir
asumiendo políticas verdaderamente autónomas y soberanas.
Por
ello, y someramente desde una visión geopolítica latinoamericana, trataremos
someramente de interpretar esta unión para pensarnos como JPAIS estratégica y
no solo repetirlo sino llevarlo a una realidad efectiva. Entendemos a la
Geopolítica como la dinámica de los Pueblos en los espacios históricos que
nunca son neutros. Es decir, no existe una geopolítica general, sino
geopolíticas en particular. Y una geopolítica latinoamericana significa
autoconciencia histórica de desarrollarnos en nuestros espacios culturales, y
esto nos remite a la “Nación de Repúblicas” de Bolívar y Alfaro, a la “Patria
Grande” de Ugarte, al “continentalismo” de Juan Perón. En suma materializar el
Mercosur, el Alba, la Unasur y la Celac, como anillos complementarios de un
Estado Continental.
¿Cómo puede potenciarse el Consejo de Defensa de UNASUR?
Existe
entre las dos naciones una amplia coincidencia en la construcción progresiva de
una visión compartida en cuanto a las nuevas políticas de defensa regional, con
lineamientos estratégicos enmarcados en el enfoque que, respecto al tema,
tienen la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), cuyos territorios fueron proclamados por
sus países miembros como zonas de paz.
Al
analizar las nuevas amenazas y desafíos en la región, nuestra posición como
JPAIS se refiere a la vigilancia electrónica que afecta a la soberanía de los
estados e individuos; a la protección de los recursos naturales, estratégicos,
energéticos y de biodiversidad en la región; a la necesidad de lograr una plena
soberanía de las naciones latinoamericanas y caribeñas, y a la erradicación de
la pobreza y desigualdad, que aún afecta a los pueblos hermanos. Recordamos el
cambio paradigmático de las Fuerzas Armadas ecuatorianas y latinoamericanas
como protectoras de los derechos, libertades y garantías ciudadanas, consignado
en la Constitución de la República del año 2008.
¿Ven posible el ingreso de Ecuador al MERCOSUR?
A este bloque regional, que lo
integran cinco países (Argentina, Brasil, Uruguay, Venezuela y en proceso de
adhesión Bolivia), Ecuador quiere adherirse. Para ello ya ha iniciado las
negociaciones y somos consientes que, la dolarización sería una de las
características que impiden al Ecuador adherirse formalmente al Mercado Común
del Sur (Mercosur), aunque las negociaciones para llevar a cabo este proceso ya
se iniciaron.
Vemos
una posibilidad muy efectiva en ser parte de este nuevo bloque latinoamericano
y como siempre ratificamos que estaremos juntos, enfrentando a los que todavía
no se han dado cuenta que ya no somos patio trasero de nadie y que hemos dejado
de ser colonia también hace muchísimo tiempo.
La Alianza del Pacífico se
muestra como la modernidad frente al “populismo” de las nuevas estructuras
regionales. ¿Cuánto riesgo pueden generar en la integración regional?
Creo que hay que poner siempre el
contexto histórico de cualquier tipo de análisis, La Alianza del Pacífico
privilegia la integración como instrumento para mejorar el desarrollo económico
y social, promover las capacidades de emprendimiento y conformar un espacio
ampliado y competitivo que sea atractivo a las inversiones y el comercio,
especialmente con la región del Asia Pacífico. El fin último es lograr que las
cadenas productivas de los Estados Parte sean atractivas para el mundo y
generen mayores oportunidades de encadenamientos, de inversión y de
incorporación más intensa a las corrientes globales de comercio de bienes y
servicios, para que ofrezcan nuevas oportunidades de negocios y empleo a sus
economías. ESTO EN LO RETÓRICO.
En los ámbitos propios de uniones
regionales se sabe que la Alianza del Pacífico fue conformada para debilitar
las posibilidades de acción del Mercosur, hasta hace poco el único bloque
comercial que existía en Sudamérica. Actualmente, frente a la presencia de otro
ente, aparentemente con similares propósitos, elementos del Mercosur afirman
que este bloque no ha logrado prosperar en un sistema de libre comercio,
mientras que Chile, Colombia y México tienen mucha más experiencia en bloques de
ese tipo, incluso con Estados Unidos, nación con la que han firmado acuerdos
que están vigentes. Pero por otro lado, hay quienes sostienen además, que la
Alianza del Pacífico reúne a los representantes de los países más neoliberales
de América Latina. La excepción es Ollanta Humala, también de izquierda, quien
se ha visto pegado a la Alianza como una cuestión heredada de Alan García.
Hay
quienes sostienen que la Alianza del Pacífico reúne a los representantes de los
países más neoliberales de América Latina. Lo anterior hace presumir que la
Alianza es un nuevo club neoliberal que, si bien, por un lado, parece
interpretar las demandas sociales bajo el tenor de cerrar la brecha económica
que existe entre los diversos sectores de los pueblos, por el otro nos permite
presumir que la nueva estrategia de Estados Unidos a través de los tratados
comerciales consiste en contener a China, que cada vez avanza más segura en su
intención de ampliar sus mercados en el mundo y que, además, con su fortaleza
financiera, ha logrado que algunos países se liberen del yugo del Fondo
Monetario Internacional para el logro de su capitalización. Sin embargo, la
Alianza se olvida del control que tiene EE.UU. sobre México a través del
Tratado de Libre Comercio de América del Norte (Tlcan), la injerencia militar
en Colombia, el manejo casi absoluto de Centroamérica con el Tratado de Libre
Comercio entre Centroamérica, Estados Unidos y República Dominicana (DR-Cafta).
El nuevo bloque la Alianza del Pacífico representa el 40% del PIB de América
Latina, el 55% de todas sus exportaciones y un mercado de 216 millones de
consumidores. A este respecto, el presidente colombiano Juan Manuel Santos,
quien es -además presidente pro témpore de la Alianza, señaló con muy poca
franqueza durante la instalación de la VII Cumbre, en Cali, Colombia, que
ninguno de los ideales que los define -defensa de la democracia y del libre
comercio- tiene valor “si no se traducen en bienestar, creación de empleo y
prosperidad para nuestros pueblos”. ¿Y acaso eso es lo que preocupa en verdad a
los primeros magistrados de Colombia, México y muchos de los países de
Centroamérica, en donde los índices de desigualdades sociales son
impresionantes? ¿En qué pensaba el presidente Santos? ¿Será quizás que su papel
de incondicional de EE.UU. le hizo olvidar la situación en que se encuentra
Colombia con siete bases militares norteamericanas en su territorio, la
continuación hasta ahora de las FARC en un
estado de inseguridad, a causa de la falta de decisión del Estado para la firma
de un acuerdo de paz con el Gobierno, así como el grave problema del poder del
narcotráfico que, al igual que en México, castiga permanentemente la existencia
de la ciudadanía?
¿Qué caracterización hacen de los Movimiento Sociales y juveniles en
Latinoamérica?
La
participación política de los jóvenes siempre ha sido un tema central de
debate y de política pública que ha alcanzado presencia en diferentes
instancias de gobierno y ha contado con la participación de múltiples actores.
La mayoría de los gobiernos de América Latina incluyen dentro de sus
estructuras espacios concretos desde los que diseñan e implementan políticas
para la juventud. La participación de la juventud se puede desarrollar con
diferentes niveles de institucionalización y con mayor o menor formalidad.
Menciono esto como algo no menor, debido a que en ocasiones se homogeniza
diferentes tipos de espacios en lo que las personas jóvenes participan,
llegando a considerarse que organizaciones juveniles, grupos juveniles,
movimientos juveniles o simplemente espacios en donde se reúnen la juventud
constituyen parte de un mismo escenario.
En
lo sucesivo me referiré específicamente a la participación de las personas
jóvenes1 en organizaciones juveniles pero, antes de continuar, quiero “llenar” de
contenido el concepto propuesto para no incurrir en el error de homogeneización
que he señalado en el párrafo anterior. Asumimos que las “organizaciones
juveniles” son aquellas que presentan un incipiente grado de
institucionalización, es decir, aquellas cuyo ordenamiento interno se encuentra
estructurado. La estructuración puede corresponder a modelos más tradicionales
(base jerárquica, en base temporal, formación, experiencia marcada, entre
otras) o de otro estilo (democrática, tecnocrática, comunitaria, etc.). La
construcción o reconstrucción de una identidad que permita a los jóvenes
proyectarse tanto la sociedad civil, en general, como en la comunidad, en
particular, resulta clave para comprender, en gran medida, el sentido de sus
acciones. Las dimensiones de corte afectivo, muy características entre los
grupos de jóvenes, tienden a ir disminuyendo en este tipo de organizaciones,
dando paso a la formación de entidades más racionales, con un carácter menos
subjetivo, en donde lo que comienza a consolidarse por encima de los sujetos
son los objetivos. Uno de los elementos que prima para estas organizaciones es
la transcendencia en la sociedad.
En
el párrafo anterior me tomé un momento para definir el tipo de organización
juvenil a la que haré referencia pero aún queda por concretar qué se entiende
por participación. Mucho se habla de la participación política de los jóvenes
pero, en ocasiones, la falta de concreción sobre los conceptos que utilizamos
nos impide avanzar en la elaboración de programas o planes estratégicos
adecuados. Por este motivo, una de las primeras cuestiones que debemos hacer es
acotar el concepto de participación. La definición de participación, para quien
“participar” es: “estar presente en, ser parte de, ser tomado en cuenta por y para,
involucrarse, intervenir en, etc.
Incidir, influir, responsabilizarse. La participación es un proceso que
enlaza necesariamente a los sujetos y los grupos; la participación de alguien
en algo, relaciona a ese uno con los otros también involucrados. Ser
participante implica ser coagente, copartícipe, cooperante, coautor,
corresponsable”. Acertada es la propuesta de Giménez al definir la
participación como algo dinámico, ya que entendemos que lo que dota de
contenido a la propia participación son las acciones relacionales de los
sujetos y los grupos. Podríamos incluso asumir que, desde esta perspectiva, la
participación podría tener dirección y sentido, lo que posibilitaría la
existencia de acciones performativas de la realidad es decir concretar la acción
política de jóvenes como tal.
¿Cuáles serán los principales desafíos de la región en los próximos
años?
En
América Latina en general, Hay muchísimo que recorrer, la seguridad por
ejemplo, ha sido un tema muy difícil de ser enfrentado porque a la delincuencia
fruto de la desesperación, se ha sumado algo que ya es muy complejo que es el
crimen organizado y el sicariato, que obviamente no es un hecho que haya nacido
con este tiempo, viene arrastrándose y se profundiza con las invasiones. El
tema de las injusticias siempre será el caldo de cultivo para la inseguridad.
Creemos que esta nueva etapa, en
lo que nos corresponde como JPAIS en el movimiento, el proceso de
reorganización, eso es básico. Durante muchos años hemos estado, cuatro años,
precisamente tratando de que la sistematización de esta organicidad política
sea una columna vertebral. El trabajo de nuestros cancilleres ha sido excepcional
y hoy hemos pasado a una siguiente etapa.
Eso estamos luchando y por ello precisamente,
es este presente y futuro político nos traduce y nos lleva a que los próximos
años a transformar las estructuras caducas del
pasado que, fue uno de los motivos fundamentales que nos convocó y de ahí aquel
mensaje de volver a tener patria, creemos que en los términos de la soberanía,
aquel mensaje ha sido cumplido. Falta muchas cosas por hacer, pero el mensaje
original de volver a tener patria, de que las decisiones se las tome a nivel
económico, social, político, en nuestro propio país y en la región por nuestra propia gente, por los compañeros
Presidentes, por los compañeros asambleístas, diputados, senadores ha sido cumplido. Creemos que ese es un gran
avance muy significativo, pero por sobre todas las cosas a nunca dejarnos robar
la esperanza de ver una Latinoamérica unida y solidaria entre pueblos hermanos.
Muy bien!!!! estoy muy orgullosa de tí...
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