El 2014 es un año importante para la República Oriental del
Uruguay. En junio tiene elecciones primarias y en octubre se desarrollarán las
generales. El Frente Amplio, decidirá su candidato entre Tabaré Vázquez y
Constanza Moreira, pero tiene como principal objetivo, continuar en el gobierno
para seguir con las transformaciones. Resumen del Sur, entrevistó a Gonzalo
Martín Civila, Secretario Político de la Departamental de Montevideo del
Partido Socialista. Con él, dialogamos sobre las perspectivas para las próximas
elecciones y la importancia de la integración regional para los próximos años.
¿Cómo se preparan para este año electoral?
Estamos de lleno en una campaña larga. El 1°de junio tenemos
las primarias abiertas de partidos, parecidas a las PASO de Argentina pero de
voto voluntario. Allí cada partido definirá su candidato o candidata
presidencial, la integración de la convención nacional que proclamará su
fórmula, y la convención departamental que definirá los candidatos a
intendentes para cada Departamento del país en el año 2015. La segunda
instancia es la elección general de octubre, donde se eligen parlamentarios,
presidente y vicepresidente. En lo que
respecta al Frente Amplio, estamos abocados a fortalecer la presencia en todo
el territorio nacional para darle continuidad al proceso de cambio que vive el
país.
¿Cuáles son las perspectivas?
Desde el punto de vista político, Uruguay está básicamente
dividido en dos mitades. Por un lado está el Frente Amplio, como expresión de
las fuerzas políticas de izquierda y centroizquierda, y por el otro los
partidos históricos, el Colorado y el Nacional -que de nacional tiene muy
poco-. Estos conforman el bloque
neoliberal conservador que pretende recuperar poder. Las perspectivas son
buenas, el Frente Amplio viene gobernando el país hace nueve años, ha
transformado para bien la vida de las mayorías, y todo indica que nuestro
pueblo va a ratificarnos para continuar y profundizar lo que hemos iniciado.
¿Qué es lo que se pone en juego?
Lo que se pone en
juego en la próxima elección podría resumirse en la disyuntiva de profundizar
los cambios populares, el modelo de crecimiento con inclusión y distribución, o
volver al pasado neoliberal, concentrador y de ajuste sobre los trabajadores.
Para que la profundización sea posible no sólo es vital que el Frente Amplio
gane la elección, sino que además es imprescindible que obtenga nuevamente
mayorías parlamentarias. Nosotros apostamos a ganar en primera vuelta, y para
eso se requiere más del 50 por ciento de los votos. Las encuestas muestran un
alto grado de aprobación de nuestro gobierno y la intención de voto indica que
estamos en el entorno de los 45 puntos con un 10 por ciento de indecisos.
¿Cuál es la agenda más importante para los años que vienen?
Mi visión es que la agenda más importante es la de la
integración regional y continental. Es una agenda en la que estamos
relativamente atrasados. Más allá de la voluntad estratégica que se expresa con
los nuevos organismos regionales como UNASUR, es imperioso fortalecerlos,
potenciar el MERCOSUR, y en general consolidar nuestra integración material,
política y cultural. Nosotros en Uruguay estamos planteando este camino
mientras la derecha plantea la alianza con socios poderosos y lejanos. En
cuanto a lo local, absolutamente ligado a lo anterior, lo importante es seguir
mejorando la distribución del ingreso, discutir la matriz productiva, avanzar en la economía social, potenciar la
participación popular y profundizar el papel del Estado para ponerle límites a los
poderes concentrados que son los que condicionan el avance de los procesos de
cambios. Otro gran objetivo es el relacionado a la ampliación de derechos, la
transformación cultural, la disputa por una nueva hegemonía en la sociedad.
Hemos implementado importantes políticas en materia de género y diversidad, y
aprobamos, como Argentina, el matrimonio igualitario. También dimos un paso
enorme al aprobar la legalización del
aborto, y podemos decir que desde que entró en vigencia no hubo mujeres muertas
por practicarse abortos bajo la ley. Tenemos además la nueva ley que regula la
producción y comercialización del cannabis que implica muchos desafíos en
cuanto a su implementación. Son muchas cosas las que logramos, y muchas las que
restan por hacer en este plano.
Entre este año y el que viene hay elecciones importantes en
Argentina, Brasil y Uruguay. ¿Crees que se pone en juego la continuidad de los
procesos de cambio de la región?
Totalmente. A veces cuesta desde la mirada de un país de
escala chica como el nuestro pensar globalmente. Es mucho lo que está en juego.
Por ejemplo, la defensa de la democracia en Venezuela no es mera solidaridad,
es defensa propia. El avance del imperialismo no es solo contra Venezuela, es
contra toda la región. Nuestra suerte está atada a la suerte de Venezuela y del
resto de los procesos de cambio en el continente. Los sectores dominantes no
pueden tolerar más avances populares, no quieren perder más privilegios,
quieren todo el poder para sí. En este marco, Uruguay sin un continente
integrado no tiene destino.
Por eso, la alianza entre Brasil y Argentina, la superación
de las hipótesis de conflicto, es estratégica para nosotros. Nuestras
economías, las de los países de escala chica, son más vulnerables, eso exige
que la alianza sea incluyente, que coordinemos mejor nuestras políticas y
apliquemos tratamientos diferenciales eficaces para que las asimetrías no sean
un obstáculo y terminemos cediendo frente a otras estrategias que no nos
convienen y que geopolíticamente complican a toda la región. Los sectores de
poder local aprovechan las dificultades que existen en este plano para hacer
lobby contra los mecanismos de integración.
Como representante de un partido, ¿consideras que hace falta
una agenda social de la sociedad civil en el proceso de integración regional?
Sin dudas. Si bien
hay coordinación entre los distintos sectores, tenemos que optimizar y
profundizar el diálogo y la construcción conjunta entre las organizaciones
populares. Sin agenda social es difícil cimentar un proceso de cambio a largo
alcance. Los gobiernos se suceden en el tiempo mientras que las organizaciones
se mantienen. La historia no es lineal, y sabemos que si entramos en una etapa
de resistencia, también tendremos que estar conectados. La perspectiva es
compartida, venimos del mismo lugar, cuando pensamos en grande y desde abajo
tenemos los mismos intereses y objetivos, peleamos por una mejor educación, por
más y mejor distribución de la riqueza, por viviendas dignas para los
trabajadores, por eso hay que trabajar unidos. El gran desafío es la
construcción de la nación sudamericana,
la que quedó pendiente porque nos dividieron. Ese es el horizonte común.
Trabajar separados sería muy poco inteligente, muy poco eficaz.
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